POR: Julio Antonio Silva Alvarado
Jamás el estado ha demostrado una visión de desarrollo pensando en el futuro para las nuevas generaciones de nuestro país, siempre ha dependido de los recursos naturales: el salitre, guano, caucho y hoy los metales como el cobre y fundamentalmente el oro. La extrema derecha que tradicionalmente ha usufructuado del poder, nunca dio muestras de buscar un horizonte claro y definido para nuestra nación.
La economía del Perú se ha basado tradicionalmente en la explotación y exportación de recursos naturales, principalmente mineros, agrícolas y pesqueros. Siempre han sido los pueblos del Perú profundo, las provincias más alejadas o desatendidas, quienes a través de sus recursos, más su trabajo esforzado han tenido que sostener la vida despreocupada de la “clase política” o de los grupos de poder.
La economía peruana siempre ha dependido de la prodiga riqueza natural de nuestras tierras. Al guano y al salitre, les tocó jugar un papel predominante en la gesta de la República, un rol que había parecido reservado al oro, plata y cobre en tiempos más bizarros y menos positivistas. España nos quería y nos tenía como país productor de metales preciosos. Inglaterra nos distinguió como país productor de guano y salitre. Pero este gesto diferente no acusaba, por supuesto, un móvil diverso. Lo que cambiaba no era el interés; era la época. El oro del Perú perdía su poder de atracción en una época donde , en América del Norte, la ambición del yanqui se orientaba e internaba en California para extraer el oro. En cambio el guano y el salitre adquirían un inusitado y extraordinario valor en una civilización industrial constituyendo una reserva casi exclusivamente nuestra. El industrialismo europeo u occidental –en pujante desarrollo- necesitaba abastecerse de estas materias primas, que no requería de construir largas vías de comunicación. Mientras que para extraer de las entrañas de los Andes el oro, la plata, el cobre, el carbón, se tenía que salvar ásperas montañas y enormes distancias, el salitre y el guano yacían en la costa casi al alcance de los barcos que venían a llevarlos.
El guano y el salitre ocuparon un sitial desmesurado en la economía peruana. Sus rendimientos se convirtieron en la principal renta fiscal. El país se sintió rico. El Estado usó sin medida de su crédito. Vivió en el derroche, hipotecando su porvenir a la finanza inglesa. Las utilidades del guano y del salitre crearon en el Perú, donde la propiedad había conservado hasta entonces un carácter aristocrático y feudal, los primeros elementos sólidos de capital comercial y bancario.
La minería -actividad fundamental del régimen económico implantado por España en el territorio sobre el cual prosperó antes una sociedad genuina y típicamente agraria-, exigió que se estableciesen en la sierra las bases de la Colonia. El guano y el salitre vinieron a rectificar esta situación. Fortalecieron el poder de la costa. Estimularon la sedimentación del Perú nuevo en la tierra baja. Y acentuaron el dualismo y el conflicto que hasta ahora constituyen nuestro mayor problema histórico.
En el año de 1885, empieza la época del auge del caucho, aun cuando su aprovechamiento ya se venía realizando, creciendo exponencialmente su explotación aumentando su exportación año tras año hasta 1907, en el que se registraron 3.029 toneladas métricas. Esta bonanza no volvería a repetirse. Se impuso la moda europea y los caucheros vestían con las mejores telas y bebían los más finos licores. La fiebre del caucho en el Perú, está teñida de sangre y pólvora, de gloria y abusos, la historia del caucho en el oriente peruano configuró el territorio actual y abrió los ojos a la administración de los gobiernos de turno, que poco o nada daba por esas extensas regiones verdes.
El cauchero peruano no sólo fue un empresario dedicado a la extracción del látex; también fue un equivalente del minero en la frontera estadounidense, una suerte de ley en una tierra sin leyes y muchas veces el defensor de la soberanía y la integridad territorial ante las aspiraciones expansionistas de los vecinos brasileros, colombianos y ecuatorianos. De hecho, eran conocidas las pretensiones brasileras, que consideraban que el entonces imperio del Brasil sólo sería una potencia mundial si lograba una salida al Pacífico.
EL BOOM DE LA PESCA EN EL PERÚ
Transitaban los años cincuenta siendo la riqueza hidrobiológica muy variada en nuestro mar, todo parecía ser que la Corriente de Humboldt favoreciera una ictiología muy dispendiosa para la pesca de consumo humana e industrial. Hasta que se descubrió las bondades de la anchoveta, un pez que tiene como característica desplazarse en cardúmenes por todo el mar de la costa peruana que, a su vez, tiene un exuberante fitoplancton, un alimento de toda la fauna ictiológica del litoral peruano.
Allí incursiona Luis Banchero Rossi, convirtiéndose en un enorme financista, ya en 1955, con las utilidades de sus negocios compró su primera fábrica de envasadora de pescados, la llamo FLORIDA, envasaban Bonito, y ya contaba con 100.000 mil soles; después adquirió barcos para pescar por su cuenta y así aminorar costes. Creció de forma geométrica adquiriendo fábricas de harina y aceite de pescado que estaba en quiebra reflotándolos, y también construyó nuevas. Poseía 10 inmensos complejos pesqueros, tenia al morir más de 320 barcos de todo tamaño y propósito (superando las 50 toneladas métricas por barco) para llenar las bodegas de sus fabricas de materias primas.
Los ingresos brutos de sus industrias en 1970 bordeaban los sesenta millones de dólares al año, con intereses solo pesqueros. Otras actividades colaterales fueron los Astilleros PICSA (En el callao y Chimbote), pesca, minas, aviación, periódicos (Correo, Ojo; publicándose la primera en varias provincias del Perú) entre otras industrias.
Fue tal el apogeo en ese entonces que se instauró el Ministerio de Pesquería y se construyo el complejo que hoy es el Museo Nacional en la Avenida Javier Prado. Pero, posteriormente, la cruda realidad nos muestra que existía una sobreexplotación, tanto que había el temor de extinguir la anchoveta y el bonito. Si bien es cierto que por todos los descuidos, perdimos la hegemonía pesquera en el mundo, ya que otros países como Japón, pescan en nuestro mar con los barcos de arrastre de gran capacidad y tecnología.
LA RIQUEZA SE VA, LA POBREZA SE QUEDA…
A pesar del boom minero que el Perú vive desde hace varios años, gran parte de la población sigue viviendo en pobreza. Actualmente, hay varias minas activas, para la población en las zonas mineras, eso significa muchas veces contaminación de recursos importantes como el agua y el suelo por el uso de sustancias tóxicas, problemas sociales por el uso conflictivo de la tierra y del agua y por el no respetar los derechos básicos por parte del estado y de las empresas mineras.
El “chorreo” es para un minúsculo grupo y “minúsculas” o microscópicas gotas para la gran mayoría.
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