El turismo en las últimas décadas, ha asumido especial protagonismo internacional como una privilegiada alternativa de desarrollo, por lo que está siendo incluido prioritariamente en las estrategias de desarrollo de los países, y en los esquemas operacionales de los acuerdos internacionales como el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Agenda 21, dando lugar a una serie de acciones para su estímulo y apoyo.
Sin embargo, para satisfacer las expectativas generadas, el turismo debe contribuir a la conservación de los recursos, mediante una planeación integral sobre el uso y manejo de éstos, así como establecer y desarrollar una cultura turística medio ambiental y responder a la demanda de dejar este mundo en condiciones óptimas para los que vivirán el mañana, respondiendo a la exigencia de un turista preocupado por el medio ambiente, su bienestar físico y espiritual.Sin lugar a dudas y todo shilico lo sabe, pues es un trotamundos empedernido, el viajar representa un sinónimo de placer y calidad de vida, también es una de las formas más explícitas de establecer y desarrollar valores físicos, intelectuales, morales y emocionales; consiguientemente, el turismo no puede estar estático.
El turismo como actividad económica y social debe responder a los constantes e inusuales movimientos, cambios y exigencias que solicita el ser humano, a través de sus permanentes necesidades de aprovechamiento de su tiempo libre, este tiempo, que compromete espacios geográficos, involucrando recursos naturales y culturales que satisfagan las expectativas figuradas por un turista que está en busca de nuevas experiencias. Siendo el compromiso del anfitrión el hacer sentir bien a quien lo visita mediante la interpretación y reflexión de las diferentes formas de vida y del vivir.
El turismo es una actividad multisectorial muy compleja pero generadora, directa e indirectamente de una serie de beneficios a los distintos niveles de la sociedad. Para ello, moviliza a diversos agentes y grupos sociales de manera ordenada y planificada
En el caso de Celendín, como el de otros lugares de la región y el Perú en su conjunto, posee recursos arqueológicos como: los Portales, la Chocta o la Lechuga y recursos naturales como: las cataratas El Cornelio o el Bosque de Piedras de Huangashanga, por citar algunos los que deben ser estratégicamente aprovechados para potenciar el turismo. Igualmente tiene manifestaciones culturales o folclóricas de singular valía. Además Celendín se convierte en una bisagra, que va a articular la Amazonía con la Costa a través del paso por Cajamarca (los que deben reconocernos como aliados estratégicos).
La oferta turística que presenta Celendín, al mundo es pues variada y atractiva. Sin embargo, esta labor debe ser desarrollada principalmente por el sector privado con el apoyo del sector público. Específicamente el sector público debe participaren la preservación y conservación de los recursos, la evaluación de los mismos, el desarrollo de la infraestructura necesaria, la promoción en los mercados de interés, la normatividad y la capacitación.
Es pues, indispensable, preservar la pureza de nuestras costumbres, como la elegancia del carnaval shilico, nuestra singular gastronomía que va desde la franciscana sopa de chochoca, el reparador caldo verde con sus huevos salpicados o el fortificante mote puspo con “pellejo de chancho”, hasta el encumbrado cuy en sus más diversas y exquisitas preparaciones. Un arte culinario sin copias ni calcos y un ente público promotor asociado a un sector privado dinámico y creativo. Celendín tiene un enorme potencial turístico.
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