POR: Julio Antonio Silva Alvarado
La falta de
visión política de futuro por parte de la derecha y su entreguismo, la
penuria ideológica y las pugnas internas
de la izquierda, así como la doblez,
incapacidad y los intereses mezquinos
por parte de los dirigentes de ambos sectores es una constante en nuestro
país, que a sus pobladores han puesto en
niveles tan altos de desconfianza.
En el discurrir histórico de la política peruana podemos apreciar que
se han fundado muchos y diversos partidos políticos, de acuerdo a las
circunstancias y los intereses que en cada momento tenía un determinado puñado
de personas, por ello resultaron tan efímeras esas organizaciones políticas.
Mientras el
capitalismo se actualizó en formas y métodos para saquear los recursos nacionales, estrategias
de sobreexplotación laboral a las personas, técnicas de embrutecimiento y
adormecimiento a las personas; la derecha solo atinó a abrirle las puertas y
acogerse a migajas recurriendo a la corrupción; la dirigencia de la izquierda pugna por sus
intereses mezquinamente particulares.
La izquierda ha permanecido anclada en el tiempo,
los dichos o pensamientos de antiguos pensadores son recitados
memorísticamente, prohibido pensar, de lo contrario serian catalogados como
revisionistas, sus máximos argumentos para combatir ideas disidentes son dos palabras “infantilista” o
“aventurero”.
La derecha peruana
es muy difusa, imprecisa, sin horizontes definidos y claros. En ella se cobijan
conservadores y reaccionarios. En su mayoría son
recalcitrantes defensores de la
tradición y del sistema, promueven el autoritarismo o la mano dura y desde luego son arribistas de toda ocasión. Si pertenecen al catolicismo se agrupan en torno
al Opus Dei o al Sodalitium festejando los más absurdos discursos de Cipriani, juntando así la religión con la política. Son partidarios
de la tesis más extrema del neoliberalismo, vale decir, sólo mercado y
nada de Estado, exportación primaria sin valor añadido o algo de transformación,
apertura total al libre comercio sin protección de los intereses nacionales
(para no ahuyentar la inversión foránea) , autorregulación del mercado sin
protección de la sociedad, libre movimiento de capitales (no debe regularse),
explotación laboral (un trabajador sin derechos y desprotegido), chorreo PERO
nada de distribución equitativa.
Hace más de dos décadas,
en 1989, se rompió el frente Izquierda
Unida, y entonces comenzaron sus derrotas
electorales. Han pasado más de 20 años y los argumentos ideológicos son
los mismos, requiriéndose una revisión crítica de lo que significó, un
reordenamiento y enfoques nuevos de acuerdo al contexto nacional y mundial,
pero ¿estarán en condiciones y a la altura de las circunstancias los que
pugnan por un cargo dirigencial?
La crisis
actual del capitalismo mundial abrió un contexto de incertidumbre que ha preparado
los más encarnizados debates y las más diversas configuraciones. Más allá del
carácter que se le atribuya a la crisis desencadenada en septiembre de 2008, el
consenso sobre su magnitud es unánime, así como sobre el advenimiento de un
nuevo ciclo histórico del capitalismo mundial de contornos aún indescifrables y
en disputa. En palabras de Joseph Stiglitz (2008), la crisis de Wall Street es para el mercado lo que la caída del muro de
Berlín fue para el comunismo.
Las
polémicas giran en torno a las causas de esta crisis, las posibles
consecuencias y las propuestas sobre la acción política encaminada a superarla.
Para gran parte de los analistas (Walden Bello, Immanuel Wallerstein, Vincen Navarro, Torres López y otros), es a una crisis sistémica de sobreproducción y
sobre acumulación, producida por la reducción de la capacidad de consumo de las
clases populares. Esta crisis arraiga en la tendencia del capitalismo a
construir una ingente capacidad productiva que termina por rebasar la capacidad
de consumo de la población, debido a las desigualdades que limitan el poder de
compra popular, lo cual redunda en la erosión de las tasas de beneficio.
Precisamente,
la etapa neoliberal conjeturó la más fenomenal transferencia de recursos desde
los sectores populares a los segmentos más ricos y concentrados de la población
mundial.
Sin
embargo, a pesar de la crisis mundial generada por el capitalismo en diversos
países del mundo, los políticos peruanos de derecha insisten en la aplicación extrema y salvaje del modelo
económico más injusto e inhumano ¿Cuándo la derecha peruana se preocupo por el
desarrollo nacional?, ¿Cuándo la derecha peruana tuvo visión de futuro para el
país?.
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